
PAREMOS EL PLAN
HIDROLÓGICO
El trasvase del Ebro y el Plan Hidrológico que lo incluye son una grave
amenaza sin precedentes contra los habitantes, los ríos, los valles, las tierras, la
fauna y flora de la península ibérica. El Estado ha aprobado tirar adelante un plan de
obras faraónicas basado en la ilógica del derroche y la especulación que prevé la
construcción de 113 nuevos embalses por toda España, el peligroso recrecimiento de 16 ya
existentes, varios trasvases dentro de la misma cuenca (Tajo, Guadiana, Piedras, Tinto,
Odiel, Guadalquivir, Sur y Júcar) y el trasvase del río Ebro. Se prevé que todas las
construcciones de los Planes de Cuencas costarán 10 billones de pesetas (más de un
millón por familia), sin contar las habituales desviaciones presupuestarias, que podrían
duplicar esta cifra.
Los nuevos embalses, de realizarse, ahogarán multitud de pueblos, zonas
naturales únicas (como los últimos tramos vírgenes de los ríos pirenaicos), grandes y
fértiles áreas de cultivo e importantes tesoros del patrimonio histórico y cultural. De
esta forma, estos embalses ponen en peligro la vida de miles de personas y destruyen su
futuro. Si no son necesarios y además, tan negativos, ¿por qué se han proyectado? El
verdadero motivo es querer utilizarlos para regular el trasvase del Ebro.
El trasvase del Ebro es la obra fundamental de este plan. 850 Km. de
conducciones llevarían el agua desde el Bajo Ebro al litoral mediterráneo. Atravesaría
con un impacto catastrófico varias áreas naturales protegidas
y de interés comunitario desplegando una enorme
barrera divisoria artificial por todo el litoral (similar a la de una línea de tren de
alta velocidad). Los movimientos de tierras, las escombreras y las excavaciones minerales
surgirían a su alrededor, en un área ya altamente desforestada por los incendios y la
especulación inmobiliaria. Además, el trasvase de agua del Ebro necesitaría embalses
como los previstos en las cuencas donantes de agua (para regular caudales; como el de
ltoiz, en Navarra) y también en las cuencas receptoras (para almacenarlos).
El Delta del Ebro, zona de especial interés a nivel mundial como reserva
de aves y Parque Natural, que actualmente ya se encuentra en retroceso por la disminución
de caudales y sedimentos aportados por el río, se vería volcado a la desaparición.
Asimismo, el proceso de salinización avanzaría (las aguas marinas ganan terreno a las
fluviales cuando estas disminuyen su fuerza), el agua del mar penetraría río arriba
hasta Tortosa. Por tanto, el trasvase amenaza el futuro de estas tierras y de sus
pobladores y condena a la extinción a sus cultivos y actividades económicas (el turismo,
la industria marisquera, etc).
El Plan Hidrológico fomenta el desequilibrio territorial al imponer de
forma insolidaria el expolio de recursos al empobrecido interior para dedicarlos a
desarrollar irracionalmente la saturada costa mediterránea. La consecuencia de este
nefasto plan sería la conflictividad social y la falta de recursos para cubrir las
propias necesidades de las zonas que sean privadas de agua.
Los trasvases también repercuten negativamente sobre las cuencas
receptoras del agua, pues crean grandes expectativas que generan nuevos miles de
hectáreas ilegales de regadíos, como muestra la experiencia del Tajo-Segura, donde
proliferaron miles de nuevos cultivos que originaron una demanda de agua muy superior a la
trasvasada. De esta situación resultaron nuevos pozos que están desecando la región y
la precariedad para los pequeños agricultores.
Se afirma que el 44% del agua trasvasada se destinaría al consumo urbano,
este volumen sería suficiente para abastecer una población de 16-20 millones de
habitantes estacionales durante los 3 meses del verano. Sólo hay que pensar en el uso
abusivo de agua de los parques temáticos, campos de golf y complejos de turismo intensivo
que invaden la costa para advertir que la presunta demanda
urbana ha sido falsamente inflada para esconder otros intereses. El propio Estado
admite que no aumentará la población en las próximas décadas. Las cifras del caudal
del Ebro han sido falseadas, como han denunciado varios artículos científicos. El caudal
actual es muy inferior al que se menciona y no se tiene en cuenta la tendencia a la baja
que muestra en todo su curso.
En cambio, este Plan no habla de las exageradas pérdidas de la red
hidráulica nacional. Del 40 al 60% del agua se pierde. ¿Por qué no se reparan las fugas
si resulta más barato y eficiente? ¿Por qué no se controla la proliferación de
extracciones ilegales de agua que realizan los grandes regadíos? Los verdaderos
beneficiarios de embalses injustificados como los previstos serían las compañías
hidroeléctricas. El trasvase del Ebro sólo se ha diseñado de cara al desarrollo
intensivo del litoral mediterráneo. Por otro lado, estas obras billonarias, que jamás
serán amortizadas, sólo responden a los intereses de la especulación inmobiliaria.
Pronto se tendrá que buscar soluciones a los problemas de reducción de
aguas creados por el cambio climático, los trasvases no harían más que empeorar la
situación de forma irreversible. Mientras tanto, el Estado y los grupos financieros que
lo sustentan quieren hacer de la escasez de un bien necesario como el agua un demencial
negocio. Entre todos y todas pararemos esta terrible agresión.
por
el uso racional del agua
¡NO
AL TRASVASE DEL EBRO!
