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El denominado mundo occidental industrializado, enriquecido depredando durante siglos el resto del planeta, ahora está imponiendo un nuevo liberalismo económico y un pensamiento único de valoración y juicio, con la finalidad de imponerse como el mejor, el único, legitimado por sus propias leyes (del lucro), y autodefinirse"libre y democrático".En realidad, usa y abusa de los términos así como de la dignidad de los pueblos y de la naturaleza, extrangulando cada "anomalía" que se opone a este orden nuevo, impuesto al mundo entero.
La posibilidad de comprender lo que nos circunda resulta cada día aún más difícil, los medios de comunicación son algunos de los instrumentos de penetración que nos bombardean en cada momento de nuestra vida con todo aquello que pueda servir al poder, selecciónando cuidadosamente aquéllo que debemos y podemos saber, induciendonos a elegir, no libremente como creemos de hacerlo; y terminamos por retener propios principios ya preconstituídos, convirtiéndonos así, a pesar nuestro, en productos de la sociedad en la cual vivimos. De este modo, con la penetración a nivel popular de los desvalores de la sociedad burguesa (la cultura de la clase dominante se convierte en dominante), se explica el difundido apático consentimiento, el individualismo, y así bajando hasta el racismo; mientras la real situación de contínuo deterioro: de las condiciones de vida de los trabajadores, de los jubilados y de los jóvenes, la venta a precios irrisorios al capital privado de las propiedades productivas del Estado, la pérdida constante de los derechos y de las garantías sociales, requerirían una voluntad de oposición de la cual no se ve ni la sombra.
Sin embargo, no todo es dado por descontado, el control de las mentes no puede ser total; las mismas contradicciones insolubles que se han creado y necesariamente mantenido, de un sistema social que se basa en los sufrimientos y en la emarginación de la mayor parte de los pueblos y de vastos sectores sociales (también de las propias metrópolis "modelo"), son la cuna de una inesaurible voluntad de rescate, de un mundo mejor.
En consecuencia, una de las tareas de los mencionados medios de comunicación consiste en esconder, deformar o embarrar el significado de aquéllos chispazos de dignidad que inevitablemente se oponen al modelo rechazando el rol que les reservaron las leyes del capital.
Una de estas realidades y ejemplo de dignidad la representa la Revolución Cubana, estrangulada por el bloqueo comercial y financiero que los EEUU y sus vasallos le imponen.
Cuba está en la mira del mundo "democrático" y una de las acusas que se le hacen es de no ser un país libre y pluralista, en definitiva, de ser una dictadura. Tanto es así que la realidad cubana se liquida con una condena que no deja espacio a la discusión o a la información, y de este modo se nos induce a creer que el coro general y unánime de calumnias exprese la verdad. Pero aquéllas valoraciones no corresponden absolutamente a la realidad, no cuentan ni siquiera con el atenuante de la buena fe de quienes las propugnan, los cuales son defensores de bien determinados privilegios, llegando como en este caso a evidentes y absurdos paradojos. Al contrario de todo lo que generalmente se afirma, Cuba es boicoteada porque, desde el triunfo de la Revolución., no aceptó jamás contratar sobre su propia libertad y dignidad de país soberano: entre las primeras medidas "subversivas" que se emprendieron estuvo la reforma agraria que quitó la tierra a los latifundistas para darla a quienes la trabajan y se nacionalizaron las industrias neocolonialistas extranjeras; entre las primeras conquistas estuvo la poderosa campaña de alfabetización que en dos años hizo que hasta la ONU declarara a Cuba territorio libre de analfabetismo y, sucesivamente, la realización de los programas que fueron la flor en el ojal de la Revolución: la difusión de la sanidad y de la educación gratuitas para todos. Estas conquistas, que ningún país capitalista puede garantizar, se realizaron en una pequeña isla del Tercer Mundo, a noventa millas de las costas del más potente y prepotente país del globo, conquistas que encienden y alimentan la esperanza de otros pueblos sometidos al subdesarrollo. Un ejemplo peligroso que debe ser destruído para demolir la confianza que pueda existir un futuro mejor para los dos tercios de la humanidad.¡De cuál libertad herida a Cuba hablan!
El paradojo llega a la impudicia cuando los EEUU imparten a sus vasallos la orden de definir a Cuba como una dictadura. Si esto fuera cierto, Cuba no sería asediada pero, al contrario, "beneficiada" de toda la "generosidad" estadounidense. ¿Acaso no es cierto que los EEUU fueron amigos y aliados de la dictadura franquista en España, de Salazar en Portugal y sucesivamente de los militares turcos y de los coroneles griegos? ¿Y no fueron los EEUU los ideólogos y financiadores de las dictaduras más violentas y sanguinarias en Africa, Asia y América Latina?
Hasta la guerra que combatieron contra el nacifascismo respondía a intereses imperiales bien precisos.
Más allá de las difundidas aberraciones de un sistema social que de todos modos se está pudriendo bajo el peso de las propias contradicciones, oponiéndose con todas sus fuerzas (entre las cuales la mezquindad que hemos visto) a un ulterior desarrollo de la humanidad que hoy necesita de la colaboración y no de la competencia, trataremos de agregar algunas constataciones.
En Cuba existe un solo partido político: el Partido Comunista Cubano, por lo tanto en Cuba existe el monopartidismo. ¿Puede un país con un solo partido político ser definido (por ésto) no democrático o directamente dictatorial? La democracia, ¿se identifica con el pluripartidismo? Ciertamente crear confusión sirve a los fines del proyecto"dividir para reinar", pero a nosotros sirve la claridad, por lo tanto despejemos el terreno de los equívocos:
Por lo tanto, ¿qué nexo existe entre la participación popular necesaria para la democracia y la competencia entre grupos beligerantes? Si un país con un solo paratido político puede ser definido dictatorial, ¿por qué los EEUU, que tienen dos, vienen presentado scomo la esencia de la democracia? ¿Un solo partido hace una diferencia tan grande? Por otro lado, los dos partidos que en los EEUU se contienden el poder (el Democrático y el Republicano) defienden los idénticos grandes intereses del imperialismo que ellos representan, así que en definitiva podrían ser las dos caras de un partido único que podría llamarse Demopublicano. Y un país fragmentado en decenas y decenas de pequeños partidos enfrentados entre sí (síntoma de un pueblo desgregado e incapaz de reconocer sus propios interese colectivos), ¿debería ser indicado como un ejemplo de democracia?
Aceptemos que podría existir una concatenación entre la democracia y el pluralismo, pero no necesariamente. Esta, de ser así, existe sólo en determinadas condiciones, las cuales para simplificar, podríamos sintetizar de este modo:
Pero en una sociedad dividida en clases antagonistas entre sí, existen necesariamente objetivos e interese (más allá de aquéllos declarados) opuestos. Los partidos políticos y las organizaciones que representan los intereses del capital industrial y financiero, no pueden absolutamente realizar los intereses populares (simplemente no tendría sentido), ¡y la clase de la cual representan los intereses (patrona del poder económico), tiene mayores medios para concurrir respecto a los demás!
Efectivamente, la real competición "seudo democrática" se resuelve eventualmente en el antagonismo entre los varios modos de defender los mismos intereses del capital, haciendo contribuir al pueblo a través de los mismos incentivos de los cuales es víctima, para arrastrarlo a su propia ruina. En definitiva, el pueblo no necesita decenas de partidos (especialmente si son de la burguesía) para sentirse libre, le bastaría sólo aquéllos que representen sus legítimas necesidades sociales, y si éstos no entraran en competencia entre ellos mismos (como sin embargo parece indispensable para los "democráticos pluralistas"), pero se aliaran entre sí, llevarían adelante en mejor modo su función y, más específicamente, si éstos se unieran en un único partido, empeñándose en la colaboración para la construcción de un nuevo mundo, se daría un paso adelante hacia una democracia real, en el sentido más completo de la palabra, y no formal.
Más allá de toda la demagogia utilizada para difundir el principio que la competencia entre partidos se identifica con la democracia, ¿cuál es, de todos modos, el peso de los ciudadanos en las elecciones económicas y políticas del propio país?
Reconociendo que la síntesis, a veces necesaria o indispensable, puede dar lugar a diversas interpretaciones o ser interpretada como superficialidad, con respecto a la posibilidad popular de incidir en la economía de un país capitalista, se puede afirmar tranquilamente que ésta es simplemente nula, ya que ciertas decisiones no sujetas al control del Parlamento, pero de competencia exclusiva de las administraciones haciendales y financieras que, en secreto, deciden el destino de los países y de pueblos enteros, establecen quién debe participar al banquete de las ganancias, quién debe pagar los gastos y quién, no siendo de utilidad para estos proyectos, debe ser condenado al abandono hasta la muerte. En un país así las elecciones políticas no pueden sino que seguir legislando en función de los intereses de la clase que detenta el poder económico y que, lógicamente, triunfa en las competiciones electorales. Esto explica porqué son siempre los trabajadores a pagar las catástrofes políticas de los gobiernos; explica también porqué los trabajadores, a través de los impuestos (que apenas tocan los privilegios de los ricos pero rapiñan las flacas entradas de los sectores más débiles), pagan las investigaciones tecnológicas y las reestructuraciones de las empresas, las cuales, en función de los nuevos descubrimientos, los dejan en la calle sin más ni menos; se explica así la selvaje y descarnada privatización de cada bien común. El pueblo no tiene alguna posibilidad de incidir en las decisiones económicas, reservadas exclusivamente a aquella que podríamos llamar una nueva aristocracia, privilegio que le deriva de las riquezas poseídas.
De este modo, la democracia se transforma en una caricatura de sí misma en la cual el pueblo es usado marginalmente y sólo en ciertos momentos para darle la impresión de ser constructor o al menos partícipe del propio futuro, por medio de "libres elecciones".
Concluyamos. ¿Cuál es el rol popular en el rpoceso electoral de un país "democrático y pluralista" más allá de las apariencias formales? Cada programa y decisión vienen tomados al interno de los partidos políticos y muy frecuentemente, imitando los consejos de administración haciendales de los que hablábamos anteriormente, en el más absoluto silencio. Al pueblo se le asigna el rol pasivo de espectador de una kermesse en la cual los candidatos de los varios partidos (no del pueblo) declaran, sin excepción, que serán elegidos para defender los intereses del país y del pueblo (que debe limitarse a escuchar todas las promesas que se le hacen); invaden cada momento y cada lugar con medios publicitarios como si fueran productos comerciales, y quien más dinero tiene, se impone. El elector adquiere un rol activo sólo en el momento de entrar en la cabina del colegio electoral, donde pone un signo identificativo sobre el símbolo del partido político elegido. Sólo en ese momento, después de haber sido "bombardeado", en el instante de la elección, el ciudadano contribuye activamente al proceso en acto, luego retorna al rol previsto en la pasividad. Los elegidos pueden actuar sin rendir cuentas a los electores respecto a las promesas hechas en precedencia, sin obligación de demostrar si los programas prometidos vienen realizados o no. Y ni siquiera los electores tienen la posibilidad de destituir a quien no sea idóneo para realizar las tareas que se le confiaron.
Para los jefes supremos esta es la substancia de la democracia burguesa, hecha de formalidad que, gracias al condicionamiento obtenido a través del bombardeo de los medios de manipulación de masa de los que dispone, logra amplia aprobación también entre las filas de quienes tienen necesidad de una democracia real. Se trataría de una democracia más avanzada si, por ejemplo, pudiera ser el pueblo a gestir los procesos electorales, sin la tan indeseable y contaminante presencia de los partidos de la burguesía y, por qué no, sin la presencia de un propio partido; un proceso electoral en el cual todo el pueblo, con un rol activo y determinante, a través de organismos culturales y de masa, en los ambientes de trabajo y en los barrios, se convirtiera en promotor y protagonista de miles de discusiones y confrontos dialécticos sobre todos los problemas del país; asambleas de las cuales surgieran los candidatos por decisión popular, elegidos entre los mejores; en el cual el día de las elecciones fuera vivido como una fiesta, sin la presencia de los militares, pero con los niños garantizando el correcto desarrollo de los trabajos; en el cual el elector, en el secreto de la cabina electoral, continuando con el proceso de participación, vaya simplemente a dar valor jurídico a una decisión ya discutida y madurada colectivamente con anterioridad, en colaboración con los demás. Un proceso democrático que no termine con el acto del voto pero que obligue a los elegidos a rendir cuentas cada seis meses de cuanto se ha realizado, delante de los electores, quienes deben tener la posibilidad de destituirlos en caso necesario.
Estos auspicios no son el producto de sueños o fantasías fuera de la realidad, forman parte de la denominada "dictadura" cubana donde, es verdad, existe un solo partido: el de los trabajadores, el cual no participa al proceso electoral y no propone ni siquiera candidatos. Esta tarea es efectuada por las propias Comisiones conformadas por el Sindicato de los Trabajadores, por los Comités de Defensa de la Revolución, de la Federación de las Mujeres Cubanas, de la Asociación Nacional de los Pequeños Cultivadores, de la Asociación de los Estudiantes Universitarios, de la Asociación de los Estudiantes Secundarios. Cada ciudadano que ha cumplido los 16 años tiene derecho al voto, se puede ser elegido alcanzando el 50 más 1 por ciento de los votos, el candidato elegido continúa a realizar su propio trabajo y contrae la obligación de responder a las periódicas interrogaciones públicas de los electores.