Las consecuencias de dichas políticas falsas y erróneas están a la vista: han aumentado las ventas y las ganancias de los poderes económicos de los países desarrollados mientras que los pueblos del Tercer Mundo han visto crecer su deuda externa y los sectores populares han aumentado sus niveles de pobreza, miseria y exclusión. La concentración del mercado agrícola internacional en unas cuantas empresas trasnacionales se ha acelerado mientras que aumenta la dependencia e inseguridad alimentaria de la mayoría de los pueblos.
Continúan subsidiando fuertemente a la agricultura y pesca de exportación en tanto que muchos gobiernos dejan totalmente desprotegidos a los pequeños y medianos productores que producen principalmente para el mercado interno.
Las políticas de subvenciones a la producción y subsidios a las exportaciones de los países desarrollados permiten que las trasnacionales adquieran productos a muy bajos precios para venderlos a precios mucho más altos a los consumidores tanto del sur como del norte.
Las políticas neoliberales hacia el campo, en realidad han impulsado un proceso de desruralización forzada de vastas proporciones y consecuencias dramáticas, una auténtica guerra contra las agriculturas campesinas e indígenas que, en algunos casos, llega a configurar un verdadero genocidio y etnocidio.
.Las comunidades de pescadores artesanales han ido perdiendo cada vez más el acceso a sus propios recursos.
Con las políticas neoliberales, el hambre y la malnutrición crecen, no por ausencia de alimentos, sino por ausencia de derechos.
Somos testigos de ejemplos que permiten afirmar que la erradicación del hambre y la malnutrición y el ejercicio de la soberanía alimentaria duradera y sustentable son posibles. Asimismo, hemos visto en prácticamente todos los países infinidad de experiencias campesinas y indígenas de producción sustentable y orgánica de alimentos y de una gestión sustentable y diversificada de los espacios rurales.
Por todo lo anterior, los participantes en el Foro Mundial sobre Soberanía
Alimentaria declaramos:
1. La soberanía alimentaria es la vía para erradicar el hambre
y la malnutrición y garantizar la seguridad alimentaria duradera y sustentable
para todos los pueblos Entendemos por soberanía alimentaria el derecho
de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables
de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen
el derecho a la alimentación para toda la población, con base
en la pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas
y la diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción
agropecuaria, de comercialización y de gestión de los espacios
rurales, en los cuales la mujer desempeña un papel fundamental.
2. La soberanía alimentaria favorece la soberanía económica,
política y cultural de los pueblos.
3. La soberanía alimentaria de los pueblos reconoce una agricultura con
campesinos, indígenas y comunidades pesqueras, vinculada al territorio;
prioritariamente orientada a la satisfacción de las necesidades de los
mercados locales y nacionales; una agricultura que tome como preocupación
central al ser humano; que preserve, valore y fomente la multifuncionalidad
de los modos campesinos e indígenas de producción y gestión
del territorio rural. Asimismo, la soberanía alimentaria supone el reconocimiento
y valorización de las ventajas económicas, sociales, ambientales
y culturales para los países de la agricultura en pequeña escala,
de las agriculturas familiares, de las agriculturas campesinas e indígenas.
4. Nos pronunciamos por el reconocimiento de los derechos, autonomía
y cultura de los pueblos indígenas de todos los países como condición
ineludible para combatir el hambre y la malnutrición y alcanzar el derecho
a la alimentación para su población. La soberanía alimentaria
implica el reconocimiento a la multietnicidad de las naciones y el reconocimiento
y valorización de las identidades de los pueblos originarios. Esto implica,
además, el reconocimiento al control autónomo de sus territorios,
recursos naturales, sistemas de producción y gestión del espacio
rural, semillas, conocimientos y formas organizativas. En este sentido, apoyamos
las luchas de todos los pueblos indígenas y negros del mundo y nos pronunciamos
por el respeto irrestricto a sus derechos.
5. La soberanía alimentaria implica, además, la garantía
al acceso a una alimentación sana y suficiente para todas las personas,
principalmente para los sectores más vulnerables, como obligación
ineludible de los Estados Nacionales y el ejercicio pleno de derechos de la
ciudadanía. El acceso a la alimentación no debe ser considerada
como una compensación asistencialista de los gobiernos o una caridad
de entidades públicas o privadas, nacionales o internacionales.
6. La soberanía alimentaria implica la puesta en marcha de procesos radicales
de reforma agraria integral adaptados a las condiciones de cada país
y región, que permitan a los campesinos e indígenas -considerando
a las mujeres en igual de oportunidades- un acceso equitativo a los recursos
productivos, principalmente tierra, agua y bosque, así como a los medios
de producción, financiamiento, capacitación y fortalecimiento
de sus capacidades de gestión e interlocución. La Reforma Agraria,
en primer lugar, debe ser reconocida como una obligación de los Estados
Nacionales donde este proceso es necesario en el marco de los derechos humanos
y como una eficiente política pública de combate a la pobreza.
Dichos procesos de reforma agraria deben estar controlados por las organizaciones
campesinas -incluyendo el mercado de los arriendos-, garantizar los derechos
individuales de los productores con los colectivos sobre los terrenos de uso
común y articulados con políticas agrícolas y comerciales
coherentes. Nos oponemos a las políticas y programas de mercantilización
de la tierra promovidas por el Banco Mundial en sustitución de verdaderas
reformas agrarias y aceptadas por los gobiernos.
7. Apoyamos la propuesta presentada por organizaciones de la sociedad civil,
en 1996, para que los referidos Estados elaboren un Código de Conducta
sobre el Derecho Humano a la Alimentación adecuada, que sirva efectivamente
como instrumento para la implementación y promoción de este derecho.
El derecho a la alimentación de los pueblos, incluido en la declaración
de los Derechos Humanos y ratificado en la Cumbre Mundial de Alimentación
en Roma, en 1996, por los Estados miembros de la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
8. Proponemos la ratificación más rápida y la aplicación
por un mayor número de países del Pacto sobre los derechos económicos,
sociales y culturales adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas
en 1966.
9. En defensa del principio del derecho inalienable de los pueblos a la alimentación,
proponemos la adopción por las Naciones Unidas de una Convención
Mundial de Soberanía Alimentaria y Bienestar Nutricional, a la cual se
subordinen las decisiones tomadas en los campos de comercio internacional y
otros dominios.
10. El comercio alimentario internacional debe estar subordinado al propósito
supremo de servir al ser humano. La soberanía alimentaria no significa
autarquía, autosuficiencia plena o la desaparición del comercio
agroalimentario y pesquero internacional.
11. Rechazamos toda injerencia de la OMC en la alimentación, agricultura
y pesca y su pretensión de determinar las políticas nacionales
de alimentación. Nos oponemos categóricamente a sus acuerdos sobre
propiedad intelectual de organismos vegetales y otros seres vivos así
como su intención de llevar a cabo una nueva ronda de negociaciones (la
llamada Ronda del Milenio), incluyendo nuevos temas de negociación. Fuera
la OMC de la alimentación.
12. Proponemos la creación de un nuevo orden democrático y transparente
para regular el comercio internacional que incluya la creación de una
corte internacional de apelación independiente de la OMC y el fortalecimiento
de la UNCTAD como espacio de negociaciones multilaterales en torno a un comercio
alimentario justo. De igual manera proponemos impulsar esquemas de integración
regional desde las organizaciones de productores, fuera de los objetivos y parámetros
neoliberales.
13. Demandamos el cese inmediato de las prácticas desleales de que establecen
precios de mercado por debajo de los costos de producción y aplican subvenciones
a la producción y subsidios a las exportaciones.
14. Nos pronunciamos en contra del ALCA, que no es mas que un proyecto estratégico
hegemónico de Estados Unidos para consolidar su dominación sobre
América Latina y el Caribe, ampliar sus fronteras económicas y
asegurarse un gran mercado cautivo.
15. Apoyamos la reivindicación de las organizaciones campesinas y sociales
de México por una suspensión de los acuerdos del TLCAN en materia
agrícola.
16. Los recursos genéticos son el resultado de milenios de evolución
y pertenecen a toda la humanidad. Por tanto, debe ser prohibida la biopiratería
y las patentes sobre seres vivos, incluyendo el desarrollo de variedades estériles
mediante procesos de ingeniería genética. Las semillas son patrimonio
de la humanidad. La monopolización por unas cuantas empresas transnacionales
de las tecnologías de creación de organismos genéticamente
modificados (OGMs) representa una grave amenaza a la soberanía alimentaria
de los pueblos. Al mismo tiempo, en virtud de que se desconocen los efectos
de los OGMs sobre la salud y el medio ambiente, demandamos la prohibición
de la experimentación a cielo abierto, producción y comercialización
hasta que se pueda conocer con seguridad su naturaleza e impactos, aplicando
estrictamente el principio de precaución.
17. Es necesario emprender una profunda difusión y valoración
de la historia agrícola y de la cultura alimentaria en cada país,
denunciando al mismo tiempo las imposiciones de patrones alimentarios extraños
a las culturas alimentarias de los pueblos.
18. Manifestamos la decisión de integrar los objetivos de bienestar nutricional
las políticas y programas alimentarios nacionales, incluyendo los sistemas
productivos locales, promoviendo su diversificación hacia alimentos ricos
en micronutrientes; defender la calidad e inocuidad de los alimentos consumidos
por las poblaciones y la decisión de luchar por el derecho a la información
para todas las personas, sobre los alimentos que consume, reforzando la reglamentación
del etiquetado de los alimentos y el contenido de la publicidad alimentaria,
ejerciendo el principio de precaución
19. La soberanía alimentaria debe asentarse en sistemas diversificados
de producción, basados en tecnologías ecológicamente sustentables.
Es necesario articular las iniciativas de producción y consumo sustentables
de alimentos generadas en los niveles locales por los pequeños productores
con el establecimiento de políticas públicas que contribuyan a
la construcción de sistemas alimentarios sustentables en el mundo.
20. Demandamos una valorización justa para las comunidades campesinas,
indígenas y pesqueras por la gestión sustentable y diversificada
de los espacios rurales vía precios apropiados y programas de incentivos.
21. Al abordar los problemas de la alimentación en el mundo hay que tomar
en cuenta la diversidad cultural que determina diversos contextos locales y
regionales porque entendemos que el cuidado del medio ambiente y de la biodiversidad
está en estrecha relación con el reconocimiento de la diversidad
cultural.
22. Al desarrollo de sistemas alimentarios sustentables se hace necesario integrar
la problemática nutricional, como ejemplo la exigencia por regular el
manejo de los agrotóxicos.
23. Reconocemos y valoramos el rol fundamental de las mujeres en la producción,
recolección, comercialización y transformación de los productos
de la agricultura y las pesca y en la preservación y reproducción
de las culturas alimentarias de los pueblos. Respaldamos la lucha de las mujeres
por el acceso a los recursos productivos, por su derecho a producir y a consumir
la producción local.
24. Los pescadores artesanales y sus organizaciones no renunciaremos a nuestros
derechos sobre el libre acceso a los recursos pesqueros y a que se establezcan
y protejan las zonas de reserva de uso exclusivo para la pesca artesanal. Igualmente
exigimos el reconocimiento de los derechos ancestrales e históricos sobre
la zona costera y aguas interiores.
25. Deben ser revisadas las políticas y programas de ayuda alimentaria.
No han de ser un factor de inhibición del desarrollo de capacidades locales
y nacionales de producción de alimentos, ni favorecer la dependencia,
la distorsión de los mercados locales y nacionales, la corrupción
y la colocación de excedentes de alimentos nocivos para la salud, en
particular sin OGMs.
26. La soberanía alimentaria únicamente es posible conquistarla,
defenderla y ejercerla a través del fortalecimiento democrático
de los Estados y de la autoorganización, iniciativa y movilización
de toda la sociedad. Se requieren políticas de Estado de largo plazo,
una efectiva democratización de las políticas publicas y la construcción
de un entorno social solidario.
27. Condenamos la política norteamericana de bloqueo a Cuba y otros pueblos
y el uso de los alimentos como arma de presión económica y política
contra países y movimientos populares. Esta política unilateral
debe cesar inmediatamente.
28. La soberanía alimentaria es un concepto ciudadano que concierne al
conjunto de la sociedad. Por esta razón el diálogo social debe
abrirse a todos los sectores sociales implicados.
29. La consecución de la soberanía alimentaria y la erradicación
del hambre y la malnutrición es posible en todos los países y
para todas las personas. Manifestamos nuestra decisión de continuar luchando
contra la globalización neoliberal, manteniendo e incrementando una activa
movilización social, construyendo alianzas estratégicas y asumiendo
decisiones políticas firmes.
30. Se acuerda hacer una llamado para desplegar una intensa actividad y una
amplia movilización en torno de los siguientes ejes de lucha:
· Declarar el 16 de octubre como el Día Mundial por la Soberanía
Alimentaría, hasta hoy llamado Día Mundial de la Alimentación.
· Exigir que se lleve a cabo la Cumbre Mundial de la Alimentación
5 años después programada del 5 al 10 de noviembre del presente
año y que la FAO asuma su plenamente su mandato y responsabilidad. Las
organizaciones sociales (OSC) deben organizar eventos en los niveles nacional
y continental para impulsar sus propuestas y presionar a las delegaciones oficiales.
· Exigir al gobierno italiano el respeto total a la libertad de manifestación
y se abstenga de reprimir a los movimientos sociales contra la globalización
neoliberal.
· Participar y movilizarse en torno a la Reunión Ministerial de
la OMC a celebrarse en Qatar del 9 al 13 de noviembre del 2001, el Encuentro
Hemisférico contra el ALCA del 13 al 16 de noviembre del 2001 en La Habana,
y al II Foro Social Mundial a llevarse a cabo en Porto Alegre del 31 de enero
al 6 de febrero del 2002.
Dado en el Palacio de Convenciones de La Habana, Cuba,
el 7 de septiembre de 2001.
Fuera la OMC de la alimentación
Otro mundo es posible